MARCELA SALINAS, ACTRIZ DE “VAMPYR”
“Trabajar con la Manu es como salir a jugar al patio, pero al patio de atrás, y el patio de atrás es grande, infinito, misterioso”
Por Isabel Agurto e Italo Castelli
Marcela Salinas es actriz, también ha trabajado como docente en universidades y, actualmente, haciendo talleres. Hace casi un mes se está presentando con el montaje Vampyr de la mano de la dramaturga y directora Manuela Infante, con quien lleva ya varios trabajos conjuntos y junto al actor David Gaete, con quien comparte escenario por primera vez.
Entre funciones, pudimos conversar con ella sobre la obra que está presentando y de su trabajo en general.
Partamos hablando de Vampyr, cuéntanos un poco de esta obra, de tus personajes, porque son multi-personajes los que hay acá.
Sí, creo que la Manu Infante tiene un poco esa característica de trabajar con multiplicidad de voces en sus montajes. Desde mi punto de vista, quizás, tiene que ver con mostrar hartos puntos de vista o ir contando, a través de distintas aristas, el tema o la problemática, o lo que se quiera contar. Entonces, este cuerpo polifónico es algo que se reitera una vez más en este montaje. También estuvo en Cómo convertirse en piedra y en Estado vegetal, esta ramificación de personaje, por lo tanto, ya era una naturaleza reconocida para mí. También, cómo eso juega con el espacio sonoro, con el diseño sonoro, donde hay hartos ecos, hay otros artefactos mediales que, en otras obras fueron los micrófonos. Creo que toda esa cosa de las múltiples voces es algo que también se refuerza ahí, de la mano de los cuerpos. Creo que las corporalidades que en esta obra se pretendieron abordar fueron un desafío, son un tejido nuevo. Para mí, es correr un poquito el límite, desplazar un poquito más allá, algo más cercano a la danza, algo más cercano a la performance, a algo más fenomenal, por lo tanto, son múltiples cuerpos que vociferan y que, además, jugamos con estos cuerpos que no son humanos, que no son animales, que no son vampiros, que no están vivos, que no están muertos y que son todo eso al mismo tiempo. Ahí estuvo el gran desafío de entender la naturaleza corpórea vocal de estas, de estos personajes. En eso se diferencia un poco de las otras dos obras, en el sentido de que en este montaje, el concepto de humanidad siento que se ve por el rollo de la Manu, este rollo que estudia un teatro no antropocéntrico, que se ve más puesto en jaque. Tú, en Cómo convertirse en piedra podías observar a personas, en Estado vegetal también, pero acá ya es una naturaleza, diría yo, más distorsionada y lo siento como uno de los grandes desafíos para mí dentro de lo actoral, es una forma de actuar que yo antes no había visitado y que este juego o esta pieza teatral me permite incursionar.
¿Cómo definirías o cómo evaluarías el trabajo que has venido haciendo con Manuela Infante?
Con la Manu nos conocemos desde la escuela, nosotras fuimos compañeras, pero éramos como compañeras de risa. Yo me juntaba con otra gente, ella se juntaba con otra gente, pero siempre que nos topábamos era para echarnos una talla y para reír. El humor es algo que nos une y nos vincula, entre otras cosas, por supuesto, y ya llevamos años en esta complicidad artística-creativa. Estoy muy contenta de poder decir que en este proceso nos encontramos con mucha más confianza. Qué rico tener esta complicidad e ir complementándonos.
Para mí, trabajar con la Manu es como salir a jugar al patio, pero al patio de atrás, y el patio de atrás es grande, infinito, misterioso, donde tú puedes ir a ser tú, a hacer lo que tú quieras. Es muy enriquecedor; las temáticas, los conceptos, los contenidos que se quieren tratar, más allá de ser un campo que vaya limitando el hacer, es algo que potencia una libertad expresiva del hacer. Creo que esa complicidad nos va a llevar a desarrollar algunos otros trabajos más. Es muy rico poder sentir que en la vida una tiene cómplices artísticos. Antes uno hablaba de compañías y el concepto de compañía en el teatro fue algo que se empezó a fracturar. Siempre hay unas compañías sobrevivientes que son las que más resisten. Sin embargo, la adversidad de los tiempos fue algo que empezó a romper. Ahora no se habla de compañía, pero sí quizás de complicidades artísticas.
Y hablando de compañía, estuviste en Temis como una actriz invitada en la compañía Bonobo. ¿Cómo fue eso de integrarte a un grupo que ya vienen trabajando juntos por años?
Ellos son una familia conformada, con sus costumbres, con sus modos. Lo más difícil de insertarse fue entender la poética escénica que ellos tienen, que ellas tienen, que es bastante particular, es algo que se teje desde la dramaturgia, desde lo que ellos políticamente quieren instaurar, el lenguaje, que es su lenguaje, es otra coreografía, son otros cuerpos, es otro el ritmo, es otro el trabajo discursivo. Ellos fueron muy, muy amorosas en integrarme y yo me considero una actriz que me gusta arriesgarme, lanzarme, no tenerle temor a ese riesgo, además, confío mucho en las personas, los artistas que trabajan ahí, confío ciegamente y tengo una admiración muy profunda, así que, en ese sentido, fue muy plácido, de hecho, nos queda todavía Temis, nos quedan algunas funciones, viajes, así que ahora se viene viajar la obra, itinerarla, llevarla a otros teatros, a otras culturas.
Volviendo al tema de Vampyr, Estado Vegetal y Cómo convertirse en piedra, el trabajo físico y también vocal que tienen. ¿Cómo te preparas?
Siempre he entendido la voz como el resultado de un cuerpo. La acción vocal es acción muscular, es acción física, por lo tanto, así como el cuerpo va construyendo y deconstruyendo, viajando y depositándose en un lugar y luego saliéndose de ese lugar y habitando otro es obvio que la voz va de la mano. Creo que esa comunión cuerpo mente y el sonido como un resultado de aquello, es una concepción quizás técnica, como una expresión del ser muscular, del ser mental, un resultado de aquello.
Y bueno, en lo vocal, me gusta cantar, he tenido proyectos de canto, quedaba disfónica en las primeras funciones porque también el cuerpo va sobre la marcha terminando de aprender, ajustar, a veces te pasas y a veces estrenar no es un acto de cierre ni de finiquitar nada, sino que, por el contrario, se abre otra experiencia más, se empieza a desarrollar otro aspecto más de la obra. Entonces, ahí hay un cuerpo que está aprendiendo a comportarse dentro de esa exigencia.
Hoy estoy menos disfónica que antes. Ya va agarrando el training, pero es una preparación constante, estás siempre con técnicas, cuidando de alguna manera la voz.
Te has dedicado a la docencia también ¿Cómo es trabajar con las generaciones que vienen?
Ahora estoy en el rollo de los talleres y me cambié, o sea, mi rollo evolucionó hacia lo actoral. Estuve hasta el 2018 realizando clases en universidades. Estuve como 20 años trabajando en universidades hasta que en 2018 fue el estallido feminista y quedó la escoba en toda la red de universidades, en las escuelas de teatro todo se reformuló, se trizó, se rompió, se reformó. Entonces, en 2019 me distancié de la formación en espacios académicos y he seguido con el tema de los talleres que es otra cosa para mí. Ha sido volver a encontrarme con las nuevas generaciones. Yo tengo 45 años y, en verdad, entre generación y generación puede haber diferencias abismales. Yo me encuentro con distintos cuerpos, con distintos ánimos, con distintas visiones de las artes y del teatro también, con distintas voces, con distintas capacidades reflexivas, con distintas capacidades amorosas también, distintos lenguajes, que es lo que más me gusta, me encanta cuando el lenguaje se reformula, cambia, inventa palabras, cuando se falta el respeto a todo lo que pueda haber en ese sentido, me gusta mucho, es algo que disfruto mucho de las generaciones jóvenes, veo a las generaciones nuevas con una ternura distinta, con una capacidad de ternura distinta, también con una capacidad de no temerle al otro porque, convengamos que somos una generación bastante dañada, entonces, ellos tiran para arriba, son de reforzar a la otra o al otro y eso lo encuentro muy generoso de parte de estas nuevas generaciones. Me gusta también sumarme a eso, creo que nos ha permitido a apoyarnos, más que a defendernos los unos de los otros. Eso me gusta, pese a que yo estoy decodificada para defenderme, para temer, para temer principalmente.
¿Cómo trabajar con David Gaete? ¿Habían trabajado antes?
No, David había sido mi alumno en el ARCIS y siempre quise trabajar con él. De hecho, cuando la Manu me comentó fue como ¡obvio, obvio! Yo feliz, y creo que se nota ante los ojos de ustedes mismos que van al teatro.
No sé si otro actor podría haber asumido esta naturaleza de actuación, creo que fue el elemento indicado y yo lo agradezco mucho porque mi trabajo y el trabajo de él es algo que ha estado en constante retroalimentación. Ha sido un compañerismo muy óptimo, muy amoroso, muy sensible, muy cuidado y generoso el uno con el otro para aprender de lo que tenemos el otro y el uno para darnos o para compartirnos.
Se nota en escena que hay una complicidad, que están sincronizados. Fluye muy bien la pareja.
Sí, lo siento también.
Queríamos comentar sobre tu capacidad o naturalidad para hacer humor sin estar necesariamente haciendo un chiste, me pasa también con Catalina Saavedra, encuentro que ella también tiene esa naturalidad, por decirlo de alguna forma, con el humor.
El otro día me escribió la Cata y me puso, “qué chistosa” y que ella me lo diga es un honor. Qué loco porque siempre he sido buena para reírme. Me acuerdo que cuando iba a la enseñanza básica tenía una profesora que siempre me retaba porque yo me estaba riendo, Decía que la risa abundaba en la boca de los tontos, siempre me decía lo mismo, yo me sentía profundamente tonta, pero no podía parar de reírme.
Creo que el sentido del humor es algo que a mí me ha rescatado mucho, me ha salvado y creo que a otras personas también les salva, o sea, creo que el humor nos salva. Reír por no llorar es algo que a mí personalmente me pasa mucho. Me río mucho del absurdo de las cosas, me río de la ironía, me río de la mala suerte, me río del sino trágico, de la pobreza, de cosas que uno podría llorar, pero me río, me dan risa. Me gusta hacer reír, yo no me daba cuenta que imitaba y me decían, continúa porque es chistoso y yo la verdad no me daba cuenta. A mí siempre la gente me ha encontrado chistosa y creo que tiene que ver con esto que les comento, esta relación que tengo con el humor pero yo creo que debe ser algo muy innato y si tú me preguntas cómo, yo no sabría. Y me alegro mucho, créeme, que esta obra tenga harto de humor, creo que es algo que viene, hacia donde nos desplazamos creativamente, algo nuevo también. Me alegro que me comenten eso, me alegro mucho porque lo encuentro un tesoro para mí.
Para finalizar ¿has visto alguna obra que puedas recomendar?
La verdad es que en el último tiempo no, para nada, porque, de hecho, cumplimos un mes con temporada y antes de eso también estuve súper atrapada en ensayo.
¿Y algo que te gustaría ver?
Este es el último fin de semana de una obra que se llama Al Borde, que son un grupo de mujeres, actrices, artistas que se juntaron en esta experimentación, que yo la hubiera ido a ver feliz
Se estrena pronto una obra de Ignacia Agüero que es El cuerpo de Lewy. También creo que puede ser un trabajo valioso, lo sé porque más o menos sigo algo del proceso en base a lo que ella me ha contado.
También se estrena una obra de Los Contadores Auditores que es un nuevo musical de Juan Gabriel. Todas esas cosas me interesan, principalmente, porque somos comunidad y tengo amigos, conocidos queridos en esas comunidades
Robar madera en El Puente, la de Imanol (Ibarra) me encantaría… vi unos pajaritos por ahí hablando. Y también una escena súper experimental, como un nuevo lenguaje y me gusta, me gustan estos nuevos lenguajes actorales, me parecen arriesgados. Pero caché que no alcanzamos. Hubiera ido feliz porque también conozco a Imanol y conozco de su sensibilidad, de su calidad artística.
Yo creo que va a volver. Seguro va a volver.
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